¿Por qué no todas las películas se publican en línea? ” preguntaron en esos B.C. (antes de COVID) años. “¿Quién necesita salas de cine?” se preguntaron. Luego, en 2020, cuando los cines cerraron y las películas se estrenaron en línea, muchas de esas mismas personas se preguntaron: “Oye, ¿qué pasó con todas las películas?” Vivimos en un mundo de muchas verdades. Una es que, con casi todo consignado a un lanzamiento en streaming o bajo demanda, hubo una increíble abundancia de películas este año: películas más pequeñas, en algunos casos, pero ciertamente más diversas en estilo, tono, tema, historia y origen. La otra es que las películas todavía, en muchos sentidos, necesitan salas de cine, para que no se hundan en el pantano que todo lo consume que es el contenido en línea, sin llamar la atención de su público objetivo, o de cualquier público, en realidad.

No podemos decir que lo pasamos muy bien en el cine este año. Un “buen momento” no es algo que uno tenga en 2020. Pero vimos muchas, muchas películas geniales. Y aunque vimos la mayoría de estas películas en casa, nos hubiera encantado aún más verlas en una pantalla grande. Estos largos meses pandémicos de permanecer adentro, mirando a la misma ventana virtual para todo, nos han hecho comprender cuánta supuesta conveniencia cambiaríamos felizmente por la oportunidad de rendirnos a una experiencia de visualización en la oscuridad, con otras personas, todos nosotros mirando juntos. Hasta entonces, nuestros críticos de cine están celebrando los mayores éxitos de nuestro año pandémico, lo mejor que pueden.